Un equipo del Grupo de Sistemas Hidrogeológicos y Geotérmicos Avanzados (SHGA) del Instituto Geológico y Minero de España, organismo de investigación integrado en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IGME-CSIC), ha logrado reducir emisiones y una mayor eficiencia energética mediante la gestión de bombas de calor con agua subterránea. En concreto, han desarrollado un nuevo método para gestionar de forma sostenible la energía geotérmica en las ciudades. Este sistema pionero, probado en Zaragoza, permite ajustar los caudales y temperaturas sin necesidad de construir nuevos pozos, evitando que las instalaciones se interfieran entre sí y protegiendo el equilibrio térmico del acuífero.

El método coordina cómo funcionan las bombas de calor que utilizan agua subterránea, evitando que unas instalaciones perjudiquen a otras y garantizando un uso más eficiente y limpio de esta fuente de energía renovable. Aunque requiere de un seguimiento técnico constante, su versatilidad lo hace aplicable en ciudades de todo el mundo. Este método está detallado en la revista Journal of Hydrology.
Gestión sostenible de la energía geotérmica
Según los autores, con este método, denominado Thermal, es posible ahorrar más de 7.500 euros al año, reducir en casi 15 toneladas las emisiones de CO2 y proteger el equilibrio de los acuíferos urbanos, sin necesidad de construir nuevos pozos.
Los sistemas de geotermia poco profunda (que usan el agua subterránea para climatizar edificios) son una alternativa limpia y eficiente a los combustibles fósiles. Pero si no se gestionan bien, pueden calentar demasiado los acuíferos urbanos y reducir su eficacia a largo plazo.
En definitiva, el método ofrece una forma práctica y sostenible de gestionar la energía térmica en las ciudades. Permite ahorrar dinero, reducir emisiones y proteger los acuíferos, siempre que se adopte una visión holística, considerando tanto la eficiencia de cada sistema como el bienestar del conjunto. Zaragoza ha servido de demostración, pero el método puede aplicarse en cualquier ciudad con sistemas similares, subraya uno de los investigadores.
Los científicos esperan poder incorporar a este sistema inteligencia artificial y machine learning para anticipar demandas energéticas y cambios en los acuíferos por el cambio climático. También prevén aplicar el método a nuevos escenarios urbanos en Europa y el mundo, con soluciones cada vez más rentables y adaptadas a la legislación.