El proyecto europeo GECO aplicará una tecnología capaz de limitar el CO2 de las plantas geotérmicas

El proyecto GECO, Geothermal Emission COntrol, tiene por objetivo la aplicación de una tecnología innovadora capaz de limitar las emisiones de dióxido de carbono provenientes de las plantas geotérmicas a través de la condensación y reinyección de gases en el subsuelo. El Centro Tecnológico AIMEN forma parte del consorcio europeo de GECO, junto al Centro de Investigación de Recursos y Consumos Energéticos, CIRCE, y otras 16 instituciones de 9 países.

Esta nueva tecnología ha sido desarrollada y demostrada con éxito a escala piloto en un yacimiento de basalto de alta temperatura en Islandia. 

El proyecto, que cuenta con un presupuesto de 18 millones de euros, está financiado por la Comisión Europea en el marco del programa Horizonte 2020. Se trata de la primera vez que AIMEN consigue financiación europea para un proyecto en relación con la geotermia.

Energía geotérmica más limpia y rentable

La tecnología desarrollada contribuirá al suministro de una energía geotérmica más limpia y rentable para su uso a escala europea y mundial, y resolverá los problemas medioambientales asociados al alto porcentaje de emisiones de CO2 que generan las plantas geotérmicas actualmente.

Esta nueva tecnología, demostrada con éxito a escala piloto en Islandia, convierte el dióxido de carbono liberado por las plantas geotérmicas en un mineral solidificándolo a mil metros bajo tierra y transformándolo en productos comerciales como cementos o áridos.

Para ello, primero se realiza la captura del CO2 que viaja en el vapor expulsado a la atmósfera por la planta geotérmica y se disuelve en grandes volúmenes de agua. Este líquido efervescente es enviado por un entramado de tuberías hasta el sitio de inyección y, desde allí, se bombea a alta presión hasta unos 1.000 metros bajo tierra.

En cuestión de meses, una serie de reacciones químicas harán que el CO2 se convierta en roca sólida, lo que impedirá que vuelva a la atmósfera, al menos durante los próximos dos millones de años. La base basáltica del terreno en el que se está probando en Islandia contiene altos niveles de calcio, magnesio y hierro y son rocas porosas que ayudan a que el dióxido de carbono inyectado se solidifique y se fije como carbonatos estables.

Además de probarse en un yacimiento de basalto de alta temperatura en Islandia, las innovaciones implementadas en el marco del proyecto GECO se aplicarán en un yacimiento de gneis de alta temperatura en Italia, en un yacimiento volcánico de alta temperatura en Turquía y en un yacimiento granítico de baja temperatura en Alemania.

Un programa de monitorización, análisis geoquímicos y un modelizado integral permitirán, además, caracterizar la reactividad y el comportamiento de los fluidos reinyectados en los diferentes sistemas geotérmicos y crear así herramientas más precisas para predecir las reacciones que se darán bajo diferentes condiciones de operación.

Monitorización de la corrosión

El proyecto GECO está constituido por un consorcio europeo formado por un total de 18 entidades de 9 países diferentes. El papel de AIMEN se centra en el diseño, desarrollo e implementación de sistemas de monitorización de la corrosión basados en técnicas electroquímicas y FBG’s (Redes de Difracción de Bragg) para el control del comportamiento frente a la corrosión de las instalaciones geotérmicas en condiciones reales de operación.

Gracias a esta iniciativa, AIMEN ha sido seleccionado como finalista al premio Ruggero Bertani, otorgado por el Consejo Europeo de Energía Geotérmica (EGEC), que incluye este proyecto entre los seis más innovadores de Europa en el ámbito de la geotermia. Se trata de la primera vez que dos entidades españolas consiguen entrar en este reconocimiento de la EGEC.

 
 
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