La eficiencia energética, preocupación creciente para las empresas rusas.

La filial rusa de la organización World Wildlife Fund (WWF) diseñó y presentó en noviembre una calculadora “ecológica” que mide las emisiones de carbono de las empresas rusas y evalúa la eficiencia de las diversas soluciones propuestas para el ahorro energético.

Esta calculadora, similar a la que ya existe en otros países, reproduce el patrón por el cual se genera energía en una región específica. Para ello, la empresa debe ingresar los datos de su consumo de electricidad, calefacción, agua y papel, además de otras medidas de ahorro de recursos. La oficina del banco Sberbank en Murmansk se presentó voluntaria y suministró sus datos para los creadores de la calculadora.

“Cuando una empresa analiza y reduce su consumo energético, no sólo ahorra dinero sino que también reduce el impacto ambiental”, señala Yulia Polonskaya, directora de programas de política ambiental del sector financiero.

“Nos interesaba la posibilidad de reducir nuestro consumo energético, de modo que la idea de WWF de crear una calculadora basada en nuestros datos de consumo nos interesó desde el principio”, señala Ígor Korovin, director del departamento administrativo de la oficina de Sberbank en Murmansk. Sberbank se ha embarcado en un programa de ahorro de consumo de energía y recursos. Los dos componentes que más energía consumen son la electricidad y la calefacción. “Las empresas son capaces de reducir considerablemente el consumo energético cambiando las bombillas convencionales por dispositivos LED y utilizando modernos materiales de aislamiento y paneles de pared”, afirma un especialista de Sberbank. “El ahorro será perceptible muy pronto, durante el primer trimestre de 2012, y en tan sólo dos años será una realidad evidente”, explica Korovin. “Una única inversión al principio generará años de beneficios económicos”.

“La gestión de eficiencia energética es un tema de actualidad en las empresas rusas”, señala Antón Jodko, director del proyecto del departamento de estrategia y desarrollo de Sberbank. “Cuando utilizamos la calculadora de carbono es porque nos interesa la posibilidad de evaluar y gestionar el consumo energético, al igual que a otros muchos operadores del mercado”.

“Todas las empresas rusas pueden beneficiarse de una calculadora que mide las emisiones de carbono”, señala Xenia Leshchinskaya, directora del grupo de servicios sostenibles Ernst & Young. Según explica, las oficinas de esta empresa utilizan sistemáticamente un programa de reducción de impacto ambiental negativo. El programa prevé la reducción del consumo de electricidad, del uso de platos desechables, la minimización del consumo de papel y un mayor reciclaje, así como una reducción parcial de los viajes de negocios, que son reeplazados por videoconferencias. Asimismo, se ha subrayado la importancia de fomentar una conciencia ambiental entre los empleados y los clientes de Ernst & Young.

Por su parte, el Rosbank también se ha interesado por la posibilidad de medir su impacto ambiental. En 2011, la empresa adoptó la metodología de recolección de datos del Groupe Societe Generale, que incluye el cálculo automático de emisiones de CO2 . Rosbank cree que la herramienta propuesta por WWF puede ser muy útil para todas las empresas que deseen monitorizar y optimizar sus gastos administrativos. “Para que los cálculos sean más precisos, se debe adaptar la fórmula a cada región específica”, señala Arina Slinko, directora de RRPP de la empresa de inversión O1 Properties. “El clima y la situación geográfica son factores a tener en cuenta. En nuestra empresa, la calculadora puede contribuir a reducir costes operativos y mejorar la eficiencia energética de nuestros centros de negocios”.

En la actualidad, la empresa O1 Properties ha puesto en marcha una campaña de reforestación: la empresa está implicada en la creación de una serie de parques ecológicos alrededor de los centros de negocios. Sus expertos creen que este indicador también puede incluirse en la fórmula porque los árboles absorben el dióxido de carbono. Por otro lado, “muchos centros de negocios tienen sus propios restaurantes que emiten CO2 al cocinar, eso también hay que considerarlo”, señala Slinko al comentar posibles maneras de actualizar la fórmula.

“Las empresas rusas invierten en ahorro energético, puesto que les permite fabricar más productos con el mismo consumo de energía”, señala Leshchinskaya de Ernst & Young. Según su opinión, las empresas rusas se están interesando por las cuestiones ambientales y prueba de ello es que muchas han puesto en marcha sistemas de gestión ambiental. Pese a todo, siguen estando muy retrasadas si las comparamos con las empresas de los países occidentales.

“Durante un seminario organizado por WWF, una de las cuestiones clave para las empresas era comprender por qué debían involucrarse. En lo que respecta a la reducción del consumo energético no hay ninguna duda: supone un ahorro en las facturas de los servicios. Pero también son importantes otras cuestiones que requieren una implicación voluntaria, como por ejemplo ser consciente de quién lo necesita En Noruega los proyectos que utilizan soluciones de ahorro energético reciben hasta un 20% de subvenciones y los bancos ofrecen unas préstamos con condiciones favorables. Nosotros todavía no hemos llegado hasta ese punto”, señala Slinko.

 
 
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