AFELMA resume las actuaciones pendientes para converger con Europa en eficiencia energética en la edificación.

Según la Asociación de Fabricantes Españoles de Lanas Minerales (AFELMA) la primera exigencia para que España pueda converger con países de su entorno en materia de eficiencia energética en la edificación, pasa por abordar sin más dilación las siguientes tareas pendientes:

Estas diferencias son aún mayores con la entrada en vigor en el país vecino de los nuevos valores de aislamiento recogidos en la RT 2012. Como es obvio, este distinto tratamiento de las exigencias en aislamiento se traduce en un importante incremento de la factura energética que paga España, dependiente energéticamente en un 80%, y que repercute en la factura de los hogares y empresas, además de los altos niveles de emisiones de CO2 que conlleva este despilfarro energético.

En concreto, según el reciente estudio del IDAE, una vivienda unifamiliar de la zona atlántica española consume casi un 13% más de energía que la misma vivienda en la zona mediterránea, en tanto que las viviendas en bloque lo hacen en un 36% más. Sin embargo, en ambas zonas las exigencias de aislamiento térmico para las fachadas en la mayoría de los casos son idénticas, admitiendo un valor de U de 0,73 W (m2*K). En las zonas francesas estos valores difieren en un 17,5%.

AFELMA considera que las ayudas públicas a la rehabilitación de edificios deben evolucionar desde las subvenciones hacia la desgravaciones fiscales en el IRPF o en el Impuesto de Sociedades, ya que de este modo el Estado no debe desembolsar dinero y, además se beneficia a todos los que quieren rehabilitar y no sólo a los que llegan a tiempo de acceder a las ayudas y superan las barreras administrativas de las mismas.

Insistiendo en este hecho es necesario destacar que, según el estudio del IDAE, aunque el consumo de energía en climatización por vivienda en la zona mediterránea es menor que en la zona continental y ligeramente inferior al de la zona atlántica, la concentración de población en esa área hace que el consumo global de la misma, 116.000 TJ, multiplique por cuatro el de la zona atlántica y se aproxime al de la zona continental, 148.000 TJ.

 
 
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